La Habana alberga una de las bahías más pintoresca del mundo; más aún durante el atardecer. Plena de colores, sonidos y sabores, la capital de Cuba también atrae por su trascendencia histórica, museos, arquitectura y fortalezas.
“Tú me recuerdas las calles de La Habana Vieja,
la Catedral sumergida en su baño de tejas.
Tú me recuerdas las cosas, no se, las ventanas;
donde los cantores nocturnos cantaban
amor a La Habana, amor a La Habana”. Silvio Rodríguez (Esto no es una elegía, 1978).
La Habana es síntesis de toda Cuba, capital de la isla y una de las más hermosas ciudades del Caribe. Quienes la visitan regresan conquistados por un pueblo extrovertido, los intensos puros, el legendario ron y los ritmos más atrapantes.
La ciudad ofrece todo lo imaginable en materia de arquitectura colonial. Sus barrios más destacados: La Habana Vieja, Vedado, Miramar, Centro Habana y el Malecón permiten disfrutar de los recuerdos de la antigua arquitectura. Una ciudad que invita a disfrutar del esplendor tropical, que reúne lo mejor de España, África y las Antillas.
LOS ITINERARIOS.
Una vez que se arriba a esta ciudad, basta con sumergirse en el agitado microcosmos de la calle Obispo para sentir que La Habana es, en primer término, una cuidad bella y fascinante. A plena luz del día la capital cubana se revela como una abigarrada mezcolanza humana, rebosante de vitalidad y sazonada de sabores y colores tan vívidos como atrapantes.
La calle Obispo va desde la zona del Capitolio, en Centro Habana, hasta al centro de La Habana Vieja. Su trazado no es más amplio que el de sus paralelas O´ Rielly y Obraría, ni sus edificios son mejores; sin embargo, parece estar siempre de camino a los hitos turísticos destacados de la ciudad. Se trata de una calle repleta de comercios, heladerías, tiendas de souvenirs, librerías, cafés y restaurantes. Por su extremo más cercano al puerto se ubica la plaza de Armas, la más antigua de la ciudad. En ella se daban a conocer, a redoble de tambores y mediante pregoneros, las órdenes y disposiciones que afectaban a todos los habitantes de la colonia.
Como herencia casi inalterada de aquella época, la plaza alberga algunos de los mejores edificios del barroco cubano, con palacios tan majestuosos como los de los condes de Santovenia, del Segundo Cabo o de los Capitanes Generales. Además, alberga algún que otro capricho colonial, como la calle que surge frente al último de estos palacios: su piso es de madera, por orden del capitán general Miguel Tacón, quien quiso preservar su siesta diaria del ajetreo de los carruajes.
Dejando atrás la plaza de Armas, se abre el complejo de viejas fortificaciones, llamado Castillo de la Fuerza Real. Construido a finales del siglo XVI como defensa contra los ataques corsarios, hoy comunica con un inmenso espacio abierto, cuyo centro es el parque de los Mártires. A partir de aquí comienza parte del túnel submarino que enlaza con la fortaleza de San Carlos de la Cabaña. A la vez que comienza el reconocido Malecón, uno de los balcones marítimos más emblemáticos que existen. Un consejo a tener en cuenta: este sitio merece la pena visitarlo durante el atardecer, cuando la temperatura desciende y el cielo brinda su mejor espectáculo.
Desde allí, tomar la calle San Ignacio es la mejor idea para salir al encuentro de la Catedral. La fachada barroca de esta antigua iglesia de jesuitas –construida siguiendo los planos de Borromini¬- cierra por el oeste una de las plazas más nobles de La Habana. A un lado están la casa Lombillo y el palacio del marqués de Arcos. Al otro, la antigua casa del marqués de Aguas Claras: un edificio bellísimo con patio porticado, repleto de árboles y flores. Desde la terraza de este edificio se alcanza una excelente panorámica de su espacio abierto, siempre muy animado y el sitio ideal para degustar los clásicos frijoles con carne de cerdo y arroz.
AL SON DE CUBA.
La música vive en las calles de La Habana, en sus calles, saliendo de las ventanas, en los bares o en los salones de salsa. Pediatras, choferes, docentes y floristas ejercen sus oficios con resignación, mientras esperan la oportunidad para tomar un instrumento y juntarse con los amigos a hacer música. No es de extrañar que siguiendo el son de la música los viajantes acaben recorriendo La Habana Vieja.
Esta parte de la ciudad concentra casi todo el legado colonial, cuya importancia le valió la declaración de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1982. Cuenta con lugares magníficos, como la plaza Vieja o el convento de Santa Clara, con su frondoso jardín tropical y un café en el agradable claustro. Allí está el cuartel general de los restauradores, cuyo trabajo consta en vencer el paso del tiempo que se empeña en deteriorar la belleza arquitectónica de la ciudad.
Otra gran plaza en La Habana Vieja es la de San Francisco, donde se instaló la primera fuente pública de la ciudad. Ahora su centro está ocupado por la de los Leones, esculpida en mármol por el italiano Giuseppe Gaggini a principios del siglo XIX. La iglesia de San Francisco, principal edificio de la plaza, fue sede de los franciscanos en la ciudad y hoy acoge al conservatorio de música y se usa como sala de conciertos.
CONSTRUCCIONES SEÑORIALES.
Volviendo a la calle Obispo se desemboca cerca del Capitolio, en pleno Centro Habana. Una antigua zona acomodada donde perviven algunas de las industrias más tradicionales (como la fábrica de tabacos Partagás), los grandes hoteles (New York, Sevilla o Inglaterra) e instituciones tan conocidas como el Gran Teatro de La Habana, sede del Ballet Nacional de Cuba y de la Compañía Estatal de Ópera.
El Capitolio, réplica de su homónimo en Washington, refleja las aspiraciones de grandeza de un dictador, Gerardo Manchado. A los pies de su escalinata principal se abren el parque Central y el paseo Martí, popularmente llamado del Prado, que desciende señorial y sombreado hasta el Malecón.
Más abajo, en Trocadero, se encuentra el hotel Sevilla y el pabellón Ganma, una construcción con cristales que conserva el barco del mismo nombre que en 1956 utilizaron Fidel Castro y sus compañeros para iniciar la Revolución. No lejos de él está la Real Fábrica de Tabacos la Corona, donde se puede apreciar como se realizan los reconocidos Montecristo o los míticos Cohíbas.
Asimismo, otra experiencia única es recorrer la zona de Vedado a bordo de un tradicional Cadillac. Esta parte de la ciudad apenas tiene monumentos y es una zona residencial repleta de viejas mansiones. Donde las calles 17, 19, 21 y 23 confluyen en el Malecón se concentran la mayor parte de hoteles turísticos. Algunos bien renovados y otros con una historia apasionante sobre sus espaldas. Tal es el caso del Capri, que fue cuartel general de Lucky Luciano o Al Capone.
Más allá de la avenida de la Universidad y de la Independencia, se llega a la plaza de la Revolución, un gigantesco espacio urbano donde se organizan las grandes celebraciones.
LA PUESTA DEL SOL.
Otro itinerario que presenta esta capital del Caribe es serpentear el río Almendares y seguirlo hasta su desembocadura en el Malecón y así regresar al centro de la ciudad. Este gigantesco rompe olas es un emblema de La Habana. Desde allí se contemplan encantadoras puestas de sol junto con las recortadas siluetas de pelícanos.
Al otro lado de la bahía se ubica el Morro, con las fortalezas de los Tres reyes y de San Carlos de la Cabaña. Sus paredes, inexpugnables durante casi dos siglos, acabaron cediendo al ataque inglés de 1763. Con el tiempo el castillo se aprovechó para convertirlo en un faro para la navegación y hoy es un lugar de recreo y un parque histórico-militar.
MANJARES, RON Y TABACO.
Una de las principales atracciones de la capital cubana es su exquisita gastronomía, que puede descubrirse en restaurantes o en algunos de los tantos puestos de La Habana. La gastronomía de Cuba es tan alegre y sabrosa como su gente y sus ritmos. Es el resultado de la confluencia de españoles y africanos, a la que se suman algunos ingredientes chinos, desde finales del siglo XIX. El plato nacional es el ajiaco, una sopa de viandas y vegetales de diversos tipos, cocinados con carne de cerdo. Otras recetas que se recomiendan probar, son el lechón asado en púa, los frijoles negros dormidos, los plátanos verdes fritos y el picadillo a la habanera.
En medio de la abrumadora arquitectura colonial de La Habana, oculta entre deterioradas fachadas y patios internos, surge un puñado de comedores sencillos, más conocidos como paladares, que ofrecen los mejores platos de la gastronomía de la isla. El Barrio Chino es la mejor alternativa para encontrar platos afrocubanos. A cinco cuadras del área histórica alberga restaurantes especializados en platos agridulces de pollo, jamón, cerdo, camarón, langosta y pescado.
El rito del café y la señorial ceremonia del puro invaden todo espacio público y privado en La Habana. Todo el día, los insistentes jineteros (jóvenes y adolescentes que ofrecen diversos productos tradicionales a los turistas, a precio accesible) se alistan en las veredas de los hoteles internacionales para vender los 40 tipos de habanos que se elaboran a mano. Sin embargo, es mejor no caer en la tentación de precios y adquirirlos en las mismas fábricas.
LA NOCHE EN LA HABANA.
La vida nocturna en Cuba es una de las más animadas del mundo y la oferta de locales es amplísima. Para disfrutar de la mejor salsa o jazz no hace falta acudir a ningún local, ya que muchos músicos cubanos tocan en las empedradas calles de la Habana Vieja, y sobre todo, en el Malecón.
Quienes buscan además disfrutar de un buen cóctel local, no pueden dejar de visitar los tres locales más famosos de la ciudad: La Bodeguita del Medio, el local que inventó el famoso mojito; la Floridita, donde Ernest Hemingway tomaba sus daiquiris; y el Gato Pardo, el lugar más bohemio y el elegido por los locales.
Párrafo aparte para el Cabaret Tropicana, el "paraíso bajo las estrellas". Fue construido en 1939 en los antiguos terrenos de Villa Mina, en el barrio habanero de Marianao. Su salón principal tiene capacidad para un millar de personas, distribuidas alrededor del escenario o pista móvil, rodeado de palmeras y rampas aéreas que utilizan los artistas en el show.
Fuente: Redacción Ladevi Ediciones
Imagen: www.viajes123.com
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