Cómo son las mujeres que ya forman parte del paisaje colonial de Cartagena de Indias y se convirtieron en un símbolo cultural de esta romántica ciudad, que le hace culto al realismo mágico apreciado en las novelas del premio Nobel Gabriel García Márquez.
Palenqueras en Cartagena de Indias, con sus típicos atuendos y llevando la mercadería sobre sus cabezas
Texto y fotos por Cynthia de Simone
Se las suele ver por las calles y playas de Cartagena. Son herederas de una larga historia protagonizada por los negros cimarrones que llegaron a Colombia durante la conquista española en barcos llenos de esclavos provenientes de África.
Poco tiempo después, durante la Colonia, empezaron a aparecer en las altas montañas los palenques, es decir pequeños conglomerados donde se reunían los negros cuando escapaban de los blancos y hacían un corral de "palos" para protegerse de las amenazas externas. De ahí el nombre de palenqueras.
Hubo muchos asentamientos de este tipo, pero el más conocido por su magnitud es el de San Basilio considerado como el primer pueblo libre de esclavos de Latinoamérica, ubicado a 50 kilómetros de la ciudad de Cartagena de Indias, a orillas del Mar Caribe.
Para ganarse el sustento, estas mujeres se dedican a la venta ambulante. A menudo se las puede observar mientras pasean por las calles cartageneras, moviendo sus caderas con sus largos faldones floreados o del color de su bandera: amarillo, azul y rojo y su cabello envuelto con un pañuelo.
¡Alegríaaas! ¡Cocadaaas!, pregonan mientras sostienen en sus cabezas la ponchera -recipiente de aluminio- con el que ofrecen dulces caseros típicos de la región: uno a base de coco rayado, millo y anís, y el otro elaborado con guayaba, ajonjolí y leche.
Uno de los lugares preferidos por los viajeros que visitan Cartagena es el Centro Histórico o Ciudad Amurallada. Allí llegan con sus cámaras a recorrer La Plaza de los Coches, El Parque Bolívar y La plaza de Santo Domingo, lugares donde aprovechan para tomarse una foto con estas vendedoras ambulantes que ya se convirtieron en un ícono del Caribe colombiano.
A cambio de una colaboración a voluntad, ellas sonríen dispuestas para la foto.
Con una temperatura anual promedio de 28 grados, acostumbran a resguardarse de los rayos del sol, debajo de grandes sombrillas que actúan de refugio y a su vez cumplen la función de proteger su mercadería, como algunas de las frutas que también suelen vender: banano, mango y papaya.
Además de ubicarse en otros lugares estratégicos del casco histórico, como la esquina de La Catedral y la Iglesia de San Pedro de Claver (que seducen con su estilo colonial y grandes cúpulas), algunas de ellas prefieren trabajar en las concurridas playas de Bocagrande.
Desde temprano se las ve caminar sobre la gruesa arena en busca de clientes, pero ya no lo hacen vestidas con sus atuendos tradicionales, sino con ropa más deportiva y casual.
Mientras los turistas toman sol estirados en sus mantas o reposeras, ellas se acercan para ofrecerles también una sesión de masajes o un peinado de trenzas africanas adornadas con bolitas de colores.
“Amiga, masajes”, “Amiga, trenzas”, repiten las palenqueras de manera incesante hasta bien entrado el atardecer, cuando un gran sol anaranjado se refleja en las cálidas aguas de la costa marina, donde el paisaje enriquecido por pequeños cangrejos de ojos azules y una larga hilera de palmeras, contrasta con las modernas edificaciones de la avenida costanera.
Bocagrande además atrae a numerosos viajeros. No debes perderte visitar la Avenida San Martín, con sus importantes centros comerciales, cadenas hoteleras y oferta gastronómica, además de su cercanía con el mar.
En esta misma zona, específicamente sobre la Avenida Paseo del Pescador-, la Fundación Paz por Colombia, a cargo del señor Eugenio Lora, erigió el Monumento a la Palenquera, una gran figura de bronce que- explica su presidente- “representa a la mujer trabajadora y pujante, símbolo de la afrocolombianidad”.
Referente visual de la ciudad amurallada, con casonas provistas de grandes balcones de madera y flores exóticas, imagen de los principales catálogos turísticos de Colombia y también de eventos como el Reinado Nacional de Belleza, las palenqueras son la huella de un rico pasado colonial y multiétnico.
Con el ritmo en las venas
La música también ocupa un lugar central dentro de esta comunidad. Cada año durante el mes de octubre se realiza en San Basilio, el Festival de Tambores y Expresiones Culturales del Palenque.
Se trata de un gran evento que busca la integración y difusión de las tradiciones, donde los tambores son los grandes protagonistas.
Pero no todo gira en torno a la danza y el movimiento. Otros aspectos como la medicina tradicional, la gastronomía artesanal y la tradición oral en lengua bantú tienen su espacio dentro de la programación.
Además se destaca la exposición de peinados afro, que en tiempos de la esclavitud, jugaron un papel muy importante pues era a través de finas trenzas que los negros cautivos diseñaban o copiaban las rutas para escaparse.
Fuente: todoparaviajar.com
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