Los puertos
del Pirineo por donde todos los años circulan las estrellas del Tour de
Francia, un osado reto y un gran placer para los aficionados al
ciclismo.
Vista panorámica de la Ville de Arreau - Foto por Mónica Grimal | |
Texto: Armando Cerra
Fotos: Mónica Grimal
Todo aquel que ama el ciclismo en
algún momento se plantea emular a los grandes de ese deporte.
Lógicamente compararse con monstruos de la bici de la talla de Eddy
Merckx, Bernard Hinault, Miguel Indurain o Lance Armstrong es absurdo,
sin embargo cualquiera puede retarse a sí mismo y pedalear por las
mismas vías que les dieron la gloria a esos campeones.
En Francia son conscientes de que su Tour de France
es la carrera más importante de todo el calendario ciclista, que en
ella se gestan leyendas y que son millones los aficionados que la siguen
por la televisión y la prensa. Todos esos seguidores son potenciales
visitantes de las calzadas por las que circula el pelotón. Por ello, los
recorridos más emblemáticos del Tour están perfectamente señalizados
para ciclistas amateurs llegados de todos los rincones.
Sin duda, son los puertos de
montaña lo más espectacular de la carrera y especialmente aquellos que
transitan por la cordillera pirenaica, ya que aquí se unen de forma
continua un puerto tras puerto, endureciendo los trayectos hasta límites
insospechados.
Hay que estar muy bien preparado
físicamente para completar las mismas etapas que realizan los
profesionales, por eso para todo aquel que acuda a los Pirineos con su
bicicleta es recomendable elegir solo uno de los puertos, para no llegar
al agotamiento y así poder disfrutar de unos paisajes naturales
bellísimos y unos pueblos donde reinan tradiciones ancestrales.
Las opciones son abundantes. Para
comenzar se puede ascender el puerto más mítico de todos ellos: el
Tourmalet. Para llegar a su cima hay que partir de la bella localidad de
Luz Saint Sauver, cuyo entrañable casco histórico está presidido por la
rotundidad de la iglesia fortificada de San Andrés.
Ahí, precisamente empiezan los 19
km de recorrido que desde los apenas 700 metros de altitud de la
población alcanzan los 2115 en la cima. Un recorrido duro
y prolongado pero de una belleza extrema que alcanza su cenit cuando se
comienza a vislumbrar la cumbre de la montaña de Midi de Bigorre.
En esa cumbre se halla uno de los
observatorios astronómicos más altos de Europa. El observatorio es
visitable gracias a un funicular que alcanza la cumbre desde la cercana
estación de esquí de la Mongie, que por otra parte es el final del
descenso por la otra vertiente del puerto del Tourmalet.
Otro de los puertos más famosos de
la zona es el Col de Aubisque. También se trata de un largo recorrido
de una pendiente media que alcanza el 7%, aunque hay puntos que superan
el 13%. Para ascenderlo se comienza a pedalear en las calles del coqueto
pueblo de Laruns. Desde aquí, la carretera llega hasta el vetusto
balneario termal
Eaux Bonnes, y en esta población empieza lo más espectacular del
ascenso que pronto se convierte en vertiginoso, ya que la carretera
prácticamente va colgada en la empinada ladera de la montaña. De esta
forma se culmina el recorrido en el puerto a 1709 metros de altura y se
disfrutan de unas vistas únicas de los Pirineos.
El ascenso al puerto de Aspin es
más suave, más corto y alcanza menor altura. En total unos 12 km de
subida que comienzan en la localidad de Arreau, situada a orillas de los
ríos Aure y Louron. Este
puerto es más recomendable para los menos iniciados, ya que su ascenso
es menos costoso y tiene la gran ventaja de que una vez llegados a la
cumbre a 1489 metros, se puede descender por el mismo camino, para
retornar a las calles de Arreau, un núcleo pirenaico encantador, en el
que destacan los tramos fluviales, la vieja serrería recuperada hace
pocos años y edificios magníficos como el ayuntamiento, la Maison de Lys
o la iglesia de Saint Exupère.
Y para finalizar los recorridos
por los puertos pirenaicos del Tour de France, en otra jornada se puede
acometer el ascenso hasta la estación invernal de Piau Engaly,
prácticamente en la frontera con España. Un paraje completamente cercado
por cumbres nevadas, donde los reyes son los telesillas y los
esquiadores en invierno, y las vacas pastando y las marmotas haciendo
cabriolas en verano.
Fuente: todoparaviajar.com
Dedicado a mi hermano de la vida, un enamorado de las dos ruedas y que conoce muy bien estos caminos. |
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